Mediante el Programa de Certificación de Calidad e Inocuidad del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave), los productores de la Asociación Unión Distrital de Productores e Importadores Frutihortícolas de Coronel Oviedo han obtenido este reconocimiento, potenciando el valor de su producción de tomate.
Abel Brítez Franco, presidente de la Asociación Unión Distrital de Productores e Importadores Frutihortícola de Coronel Oviedo y presidente del Consejo Nacional de Productores Frutihortícola, opinó que la certificación mejora notablemente la calidad y la rentabilidad del producto al asegurar un seguimiento riguroso desde la siembra hasta la producción.
«Actualmente producimos entre 7 y 8 kilos. Sin embargo, para aumentar la producción, necesitamos optar exclusivamente por los cultivos al aire libre, ya que en invernaderos el espacio es limitado y, por ende, lo es también el volumen de plantas por caseta. En cambio, en campos abiertos podemos esparcir una cantidad mayor», explicó.
En lo que respecta a la producción de tomate, el principal desafío continúa siendo la calidad del producto, especialmente afectada por los fenómenos climáticos. En los invernaderos, la calidad está asegurada, pero en los campos abiertos, sigue siendo muy dependiente del clima. A pesar de esto, los productores muestran una notable resiliencia hacia este cultivo y siguen apostando por su producción.
La asociación comercializa su producción a través de proveedores e importadores que compran directamente de las fincas, asegurando una coordinación logística eficiente y entregas inmediatas.
El Ing. Pastor Soria, titular del Senave, explicó que seleccionaron este comité debido a que tienen una pequeña clasificadora de tomate, locote, cebolla y remolacha que funciona de manera eficiente. «En nuestra institución, siempre subrayamos la importancia de la calidad, la sanidad vegetal y de semillas. Estamos comprometidos a asegurar que nuestros productos cumplan con estándares elevados, especialmente porque los consumidores son cada vez más exigentes en cuanto a calidad y precio», afirmó Soria.
Para que la horticultura se convierta en un sector competitivo y no solo alternativo, añadió que se debe avanzar en la etapa de post cosecha. «Actualmente, como país, estamos en una fase incipiente en este aspecto. Necesitamos mejorar las infraestructuras y equipamientos como la clasificadora que han establecido aquí. Esta organización, con más de 14 años de experiencia, merece nuestro apoyo para ampliar sus capacidades de calibrado y control fitosanitario postcosecha, aspectos críticos para mantener la calidad de nuestros productos en el mercado», remarcó Soria.
Dijo que están trabajando para que las certificaciones lleguen a más productores. «Hoy en día, los consumidores y los supermercados valoran la certificación del Senave como garantía de calidad. Nuestro objetivo es seguir certificando a más productores, asegurándonos de que sus métodos de producción sean sostenibles y seguros».
Finalmente, agregó que es crucial trabajar conjuntamente con todos los organismos para desarrollar las pequeñas industrias locales que pueden transformar los excedentes en productos útiles y rentables, como conservas y purés.
Por su parte, la Ing. Carolina Ohiggins, técnica de Área Calidad e Inocuidad – Senave, explicó que su labor se centra en trabajar con los productores que buscan obtener certificaciones de calidad e inocuidad. «La certificación implica una garantía del producto, asegurando el cumplimiento de tres aspectos fundamentales: inocuidad, calidad y trazabilidad», afirmó.
La calidad abarca los aspectos físicos del producto, como el tamaño, regulado por 15 normativas vigentes para diferentes cultivos como el tomate, objeto de enfoque actual. «Establecemos categorías y criterios como el calibre, asegurando que los productos cumplen con estándares precisos», señaló.
La inocuidad se refiere a la ausencia de residuos de plaguicidas, regulados bajo las normativas del Codex Alimentarius. «Realizamos análisis exhaustivos para asegurar que los niveles de residuos se encuentren dentro de los límites permitidos para consumo humano. La trazabilidad garantiza el seguimiento del producto desde su origen», destacó Ohiggins.
Para garantizar todo este proceso existe la aplicación “Senave Productor”. El proceso comienza con la inscripción voluntaria del productor, seguida de una guía detallada sobre los requisitos y el seguimiento continuo desde la siembra hasta la postcosecha, según sea necesario. Cerca de la cosecha, se toman muestras para análisis en el laboratorio en San Lorenzo. «Si los resultados cumplen con los estándares establecidos, notificamos al productor y su producto recibe la certificación, junto con una caja con nuestro logo como reconocimiento», agregó.
Desde la institución la meta es educar al consumidor sobre la importancia de elegir productos certificados, que garantizan calidad, seguridad y trazabilidad. «Esto no solo añade valor, sino que también fomenta prácticas agrícolas responsables. Además, buscamos sensibilizar a los consumidores finales, especialmente a través de etiquetas visibles en productos como la sandía, para que puedan tomar decisiones informadas al realizar sus compras en supermercados y centros de abasto», concluyó Ohiggins.
El trabajo del Senave no solo promueve la calidad y seguridad alimentaria, sino que también apoya a los productores en adoptar prácticas agrícolas sostenibles y responsables.