La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señaló que en algunos años la demanda mundial de carne podría crecer un 14%. El incremento del consumo será liderado por Asia y África, pues, por primera vez, tienen ingresos que les permiten consumir proteína animal.
Es cierto que hay sectores sociales que consumen más carne que la que es recomendable para una dieta saludable, pero también es verdad que cientos de millones de personas en el mundo en desarrollo, especialmente en Asia y África, por primera vez, tienen ingresos que les permiten consumir este alimento.
El incremento del consumo será liderado por estos nuevos consumidores, cuya demanda aumentará 80% hasta el 2050. Los consumidores de altos ingresos privilegiarán el consumo de carne que les dé garantías de que fue producida con los más altos estándares de bienestar animal.
Cabe mencionar, que la demanda será satisfactoria para los países exportadores de América Latina y el Caribe (ALC). La región aporta el 44% de las exportaciones globales de carne de res y el 42% de pollo, y en países como Argentina, Brasil, México, Paraguay y Uruguay, esta industria hace un aporte mayor a sus economías.
El aumento de la demanda es también positivo para 14 millones de hogares de pequeños agricultores familiares en ALC, para quienes la ganadería es una parte muy importante de sus estrategias de vida. Para ellos, la producción animal es dinero, comida, y un seguro al cual se recurre vendiendo animales cuando hay que enfrentar crisis de los más diversos tipos.
En Brasil, los pequeños productores aportan cerca del 60% de la leche que se consume en el país. En Nicaragua, un tercio del ingreso de hogares de productores de subsistencia, viene de sus animales.
La ganadería en ALC tiene futuro, pero al futuro se llega a través de tareas importantes. Son tareas que, si no se cumplen, podrán ocasionar que otras regiones nos amenacen en los mercados globales, y que los propios ciudadanos cuestionen la licencia social que toda industria necesita hoy en día para desarrollarse. Una de las tareas es desacoplar la producción y los mercados de carne, especialmente de res, de la deforestación. Es falso que toda la deforestación se deba a la ganadería, pero sí es cierto que su contribución al deterioro de los bosques tropicales, es importante.
Otra tarea, relevada como de máxima importancia en el reciente informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de la ganadería. La ganadería en ALC aporta 1,3 giga toneladas de carbono equivalentes, entre 2% y 3% de la totalidad de las emisiones mundiales de GEI. Se debe evitar que ese número aumente, y más bien hay que reducirlo de manera significativa.
Eliminar la deforestación de la práctica de la ganadería haría un aporte enorme a los objetivos de carbono-neutralidad y de conservación de la biodiversidad. Las legislaciones, regulaciones y certificaciones rigurosamente fiscalizadas, apoyadas por tecnologías digitales de trazabilidad y por informaciones satelitales, junto a políticas de fomento de la innovación, son herramientas disponibles para sacar de los mercados a quienes violan la ley y deforestan para producir.
Lo anterior requiere alianzas entre gobiernos, productores, comercializadores, consumidores, ambientalistas, científicos y organizaciones internacionales como FAO. Estas alianzas ya operan a nivel mundial, como en los casos de la Agenda Global para la Ganadería Sostenible o la Alianza sobre la Evaluación Ambiental y el Desempeño Ecológico de la Ganadería. Varios países de la región – como Argentina, Brasil, Colombia, México y Uruguay – tienen mesas de ganadería sostenible.
Fuente: El Mundo.CR