Para que los ganaderos logren buenos rindes lo más importante es evaluar lo que se está produciendo, además de conocer qué tan eficiente es, sostiene la Dra. Leticia Yanzon, asesor técnico de Capacidad Carnicera (Argentina).
“Nosotros tenemos una explotación ganadera y hacemos ciclo completo; cría, recría y engorde, posteriormente mandamos los animales a faena. Hace 4 años aproximadamente pusimos una carnicería. Yo me capacité para poder evaluar las carcasas. Después de la salida de los animales al campo fuimos más allá y empezamos a hacer los rendimientos en la carnicería”, explica la profesional.
Realizó un trabajo de investigación, que sigue hasta el día de hoy, donde evalúa los animales previo a la faena, dando continuidad hasta el frigorífico para no perder la trazabilidad del animal. “Estos son despostados para ver cuánto nos produjo de carne en kilos neto en ventas al consumidor”, indica Yanzon.
Explica que “de acá evaluamos la conformación del animal como el engrasamiento que es muy importante, dado que a veces se derrocha bastante en las carnicerías por la cantidad de grasa, representando una pérdida para toda la cadena porque terminan pagando todos”.
En el caso de Argentina, una vez que los animales van a faena, en cada planta frigorífica hay un tipificador que se encarga de clasificar con base en la calidad y engrasamiento. “Nuestra idea es que el productor conozca un poco más sobre lo que va a enviar, antes de remitir a la faena, es decir, que sepa los lineamientos que debe seguir; también qué animales le conviene producir porque el frigorífico sí sabe, de acuerdo a la conformación, que son animales que van a dejar más kilos”, menciona.
Generalmente en los remates se pagan más por estos animales, ya que saben que al momento de la faena reciben mejores bonificaciones por más kilos. “El productor si conoce esto puede comenzar a exigir un poco más de valor por ese novillo”, reconoce Yanzon.
En cuanto a la genética, destaca su experiencia, en la cual comparó distintos Limangus entre sí, pero también con otras razas británicas, buscando las realidades de cada conformación.
“Con el Área Ojo de Bife (AOB) podemos evaluar cuánto quedará de ese animal sobre el mostrador a la hora de la venta. Hemos visto que a mayor AOB hay un 7% de diferencia entre un animal con un AOB de 80 y 70 centímetros cuadrados e iguales engrasamientos y peso vivo”, dijo.
Aconseja que al momento de la elección de los animales se debe prestar mayor atención a la conformación, engrasamiento y eficiencia, “debemos traerlo a nuestro sistema productivo y adaptarlo. Yo sugiero buscar cruzamientos con Limangus porque es un animal bastante carnicero”.
Indica que también se debe tener en cuenta lo que está pasando en el mercado internacional de la carne. Por ejemplo, China es un consumidor casi imposible de satisfacer, ya que su demanda es inmensa. “Ellos buscan mucha carne magra y es lo que nosotros estamos dispuestos a producir y podemos producirla fácilmente. La idea es hacer una genética realmente eficiente. Sudamérica tiene que ir en pro de esto”, reconoce.
Explica que, de acuerdo a la eficiencia de los animales, aquel que pesa 440 kilos va a producir dos medias de 135 a 140 kilos; y no es igual un animal del mismo kilaje que producirá dos medias de 120 kilos, pues son más kilos producidos por unidad faenada, “lo que hace más rentable el negocio, menos uso de agua por parte del frigorífico y menos costo de traslado, o sea, toda la cadena se vuelve más eficiente y eso también es interesante desde el punto de vista ecológico”, asevera.
Por último, recomienda a los productores ir a la faena y conocer lo que pasa en la planta, “ver lo que pasa con lo que estamos produciendo es una manera de visualizar dónde estamos parados”, finaliza Yanzon.