La soja ha dejado de ser un cultivo exclusivo de las grandes fincas mecanizadas y altamente tecnificadas para convertirse en el principal rubro de renta de pequeños productores con fincas de menos de 20 hectáreas.
Un estudio realizado por el Instituto de Biotecnología Agrícola (INBIO) da cuenta de que entre los ciclos agrícolas 2017-2018 y 2020-2021, los pequeños productores con parcelas de hasta 20 hectáreas de superficie pasaron de 38.792 a 43.294, lo que se traduce, en términos de superficie cubierta, pasar de un total de 775.838 en la temporada 17-18 a 865.875 en 20-21.
Este proceso presenta varias particularidades, a saber:
- Trabajan bajo la figura de la asociación para producir en conjunto a fin de abaratar costos, especialmente en el uso de maquinaria agrícola.
- Adoptan el sistema de siembra directa, desplazando el arado e incorporando biotecnología, en la forma de semillas proporcionadas por desarrolladores locales e internacionales.
- Se integran a la cadena de valor de la soja en dos de sus componentes esenciales, es decir, la oleaginosa y el maíz tanto en su versión zafra normal como zafriña. De a poco van sumando rubros que permitan completar la rotación de cultivos, uno de los puntales de la agricultura sostenible con biotecnología.
- Logran insertarse en los mecanismos de comercialización con mercado asegurado, entrando paulatinamente en el agronegocio.
- Se abren a iniciativas tanto del Gobierno como del sector privado, entrando a programas de viviendas rurales, caminos, agua, luz y demás elementos de infraestructura que contribuyan a afianzarse en la producción.
- Rechazan frontalmente las campañas de desestimulo contra la cadena de la soja.
DEL ALGODÓN A LA SOJA – Un detalle no menor en este fenómeno que experimentan los pequeños productores organizados que se insertan decididamente en el agronegocio, es que la mayor parte de ellos son agricultores que quedaron a la intemperie cuando por diversas razones, el algodón dejó de ser su fuente de ingresos.
Hacia comienzos de los ’90, había unas 230.000 fincas agrícolas menores de 20 hectáreas dedicadas al cultivo del algodón. En 1991 se cubrieron 550.000 hectáreas con la fibra que produjeron 1 millón de toneladas de algodón en rama. Ese año, el algodón desmotado vendido al exterior explicó el 40% de las exportaciones, con una participación del rubro algodonero del 12% en el empleo total del país.
En 2020, el derrumbe total del sector algodonero se materializa en cifras desastrosas: 0,03% de las exportaciones en volumen y 0,07% en valor, con ex productores huyendo del cultivo de la fibra que apenas cubrió unas 10.000 hectáreas que, dicho sea de paso, empiezan a ser fincas de un promedio de 100 hectáreas y mecanizadas. El rubro, lentamente, ha estado girando hacia la producción altamente tecnificada, con rindes en parcelas de experimentación de hasta 4.000 kilos por hectárea, algo impensable dos décadas atrás.
Fuente: Chaco 4.0