La FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) informó en la cumbre de Glasgow, (COP26) sobre Cambio Climático que la emisión de dióxido de carbono (Co2) proveniente de la producción agroalimentaria ha aumentado 17% en los últimos 30 años. Lo que esto significa es que el sector agroalimentario responde por 31% del total de la emisión de dióxido de carbono en 2019, lo que representa 16.500 millones de toneladas de C02 ese año.
El “Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático” de Naciones Unidas, constituido por 286 científicos investigadores de nivel internacional estableció en una medición anterior que la producción agroalimentaria era responsable entre 25% y 30% del total de las emisiones de Co2 en la etapa 2007 / 2016.
La FAO señala que la principal causa de la emisión de Co2 agrícola es la deforestación, la conversión de la tierra fértil a la producción agroalimentaria; que responde por 6% del total de la emisión (3.1 gigatoneladas), mientras que 5% corresponde al gas metano, originado en los desechos de la ganadería.
El metano es un gas más liviano que el Co2, pero con una mayor persistencia y penetración, y en ese sentido mayor influencia en la producción del cambio climático o calentamiento de la atmosfera.
La actividad ganadera en general produce 53% del total de la generación del metano en el mundo, en tanto que 78% de la emisión de dióxido de nitrato, una sustancia extremadamente polucionante, se origina en el uso intensivo de fertilizantes químicos.
FAO señala que en la producción agroalimentaria hay factores como el transporte, el almacenamiento y la preparación de los alimentos, que no están directamente vinculados a las actividades agrícolas, pero en las que también ha crecido en gran escala la emisión de dióxido de carbono en los últimos 30 años.
Agrega que esta es una tendencia en ascenso, y que se ha acentuado significativamente en la última década, un fenómeno claramente vinculado al auge de la actividad agrícola en vastas regiones del África Subsahariana y el Sur de Asia, sobre todo India. En estas regiones, la modernización de la producción y su vinculación con el mercado internacional ha ocasionado un crecimiento significativo de las estructuras logísticas y el transporte.
Sucede que el auge de la emisión de Co2 proveniente de sectores no estrictamente agrícolas, como los logísticos y el transporte, está vinculada a una tendencia mundial que hace al cambio de la naturaleza de la producción agroalimentaria en el mundo. Esta tendencia es la creciente desterritorialización, y a su completa conversión en una industria avanzada, lo que implica la pérdida de relevancia en la ecuación productiva del factor territorial (o propiedad de la tierra).
En orden de importancia, los principales países del mundo en la emisión de dióxido de carbono de raíz agrícola son China, India, Brasil, EE.UU, e Indonesia. Pero lo notable y altamente revelador es que tanto en EE.UU como en la República Popular –los dos mayores productores de agroalimentos en el mundo- la causa principal del aumento de las emisiones de Co2 son las actividades no estrictamente agrícolas de la producción.
Lo que predomina en EE.UU y China como causa fundamental de la emisión de Co2 son los otros segmentos de las cadenas de producción agroalimentaria.
En lo que hace a Brasil, el 3er. gran protagonista de la economía agroalimentaria mundial, el componente principal de la emisión de Co2 es la deforestación (el cambio en el uso de la tierra), lo que sucede fundamentalmente en el Amazonas, el inmenso territorio del centro, Norte y Oeste de Brasil y que en conjunto es ajeno a la producción agroalimentaria.
Esto significa que el “agrobussiness”, que es el 2do de mayor productividad después de la producción de la República Popular, se despliega fundamentalmente en las planicies del Sur y Centro Oeste de Brasil, además de las 150 millones de hectáreas del Cerrado; y el agrobussiness está comprobado que tiene un resultado neutro o levemente positivo en la ecuación de emisión de Co2.
El agro argentino, por último, utiliza la siembra directa en más de 90% de la superficie labrada; y su nivel tecnológico y científico es el más avanzado del mundo, junto con el de EE.UU. Por eso es ajeno a la tendencia mundial de creciente emisión de dióxido de carbono (Co2).
Fuente: Clarín.