En Fuerte Olimpo, los pequeños productores de miel de abeja abarcan una superficie de 500 hectáreas que les permite obtener generosas cosechas. A pesar de los devastadores incendios forestales que han azotado la comunidad en los últimos años, la producción anual sigue manteniéndose alrededor de los 5.000 litros. Esto habla de la gran resiliencia de los productores locales y de lo importante que es para ellos conservar y respetar la naturaleza.
La primera cosecha promete ser la miel más dulce. El objetivo es lograr 3.000 litros, que serán distribuidos a través del programa de merienda escolar en Alto Paraná, también en comercios locales y a otras zonas del país, dijo Nery Desvars, coordinador de la Asociación de Apicultores Eirete Pantanal.
Con el objetivo de aumentar la producción, ampliar la participación de los productores locales y abrir nuevos mercados, la asociación está llevando a cabo una transformación hacia una agricultura 100 % orgánica. Esta iniciativa no se lograría sin la colaboración de entidades públicas y organizaciones.
La comunidad la integran productores indígenas y lugareños. Son entre 25 y 30 las familias que generan ingresos a través de la apicultura. El rubro inició a través de la difusión de los conocimientos y valores ancestrales del pueblo indígena Ishyr, quienes identificaron el kava rape (ruta de la abeja), donde se colocan las cajas trampas para las abejas, y así producir con el mínimo impacto en el medioambiente.
La Asociación Eirete Pantanal, a través de las buenas prácticas de manejo, cosecha y poscosecha de la miel de abeja, es guardián de la biodiversidad de la zona y mejora el medio de vida de las familias. Cuentan con el Sello de Identidad Agroecológica (SIA) que se sustenta en un sistema de producción sin daños ambientales, en el que las abejas no reciben alimentación suplementaria y, al tratarse del área del pantanal, están libres de agroquímicos.