Durante la 34ª edición de la Cumbre de la Ganadería, el rechazo al acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur marcó el tono de los debates y declaraciones. Calificado como un pacto “tóxico”, “desleal” y “destructor”, el tratado fue duramente criticado por representantes del sector bovino francés, quienes consideran que amenaza la sostenibilidad de su producción y la equidad de las normas comerciales.
El acuerdo prevé la entrada de 99.000 toneladas de carne bovina del Mercosur con aranceles reducidos, además de eliminar los gravámenes del 20 % que pesan actualmente sobre las 58.000 toneladas del contingente Hilton. Sin embargo, según los productores europeos, el texto no contempla aspectos esenciales como el uso de antibióticos como promotores del crecimiento, la trazabilidad sanitaria, el bienestar animal ni las exigencias ambientales.
“Es una puñalada por la espalda a la ganadería francesa”, afirmó Patrick Bénézit, presidente de la Federación Nacional Bovina y de la COPAMAC, durante un debate público con diputados franceses. Sus palabras reflejaron la indignación general de un sector que se siente traicionado por Bruselas.
El rechazo también se extiende al ámbito político. Unos 80 diputados franceses de distintos partidos presentaron el 15 de septiembre una propuesta de resolución para que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) determine la “incompatibilidad” del acuerdo con los tratados europeos.
No obstante, la Comisión Europea mantiene su postura y continúa impulsando el pacto. Varios legisladores franceses denunciaron la falta de transparencia y el perjuicio que supondría para los productores locales.
“El sector ganadero ha sido sacrificado para vender coches y aviones”, expresó Jean-Pierre Vigier, diputado de Les Républicains, quien calificó la decisión como una “negación democrática”.
Desde diferentes frentes políticos, se repitió la misma preocupación. François Ruffin, diputado ecologista por Somme, y Pascal Lecamp, del Modem, subrayaron que “no puede haber comercio internacional sin las mismas reglas entre países”. Por su parte, Loïc Kervran, de Horizon, sentenció: “Es un acuerdo que pertenece a otro siglo… el sacrificio, sin los beneficios”.
Con un Parlamento francés cada vez más crítico y un sector agrícola en pie de guerra, el acuerdo UE-Mercosur enfrenta una creciente resistencia en Europa, donde la defensa de la producción local y las normas ambientales se han convertido en banderas políticas de primer orden.





